viernes, 23 de mayo de 2008

Bar Español



Casi todos, e insisto en eso, o quizás todos tenemos un lugar que, sin saberlo explicar, se convierte en nuestro lugar, en el sitio en el que estamos a gusto y del que casi siempre disfrutamos menos de lo que desearíamos hacerlo. Y hace ya tiempo, uno de esos lugares, para mí, es el Bar Español, de Pollensa. Me descubrió el sitio una amiga nuestra finlandesa que sentía verdadera pasión por ese lugar y en el que se refugiaba casi cada día para poder sentirse realizada. Gustaba, como gusto yo, de contemplar, además del local que es entrañable, a sus variopintos clientes, desde los extranjeros de paso, a los residentes en el pueblo, a los nacionales y a los oriundos. Toda la amalgama de lenguas que se escuchan hablar allí dentro lo convierten en una pequeña torre de babel modernista. Gusto también de paladear sus cafés y de sentirme integrado en el conjunto histórico-artístico que representa el bar dentro de la plaza central y del pueblo en sí. Si tienen la oportunidad déjense caer entre sus paredes y pasen un rato inolvidable. salu2 (P.d.: dedico este artículo a mi amiga Ritva, esté donde esté)

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