miércoles, 2 de abril de 2008

La odisea de Noe

Hola: aquí os dejo el primer capítulo de mi segunda novela, cuyo título es el mismo que el de este artículo, espero que os guste. Salu2
Capítulo 1
Allan
Góndola

- Listos para la apertura de la escotilla.
- De acuerdo. En un instante estaré preparado.
- OK. Allan.
Ocho meses y medio de viaje, después de cinco años de preparación, y el momento deseado y por otra parte temido había llegado.
La pérdida de la Nave interestelar que iba de camino a Saturno, para fundar la primera colonia terráqueo-marciana en ese planeta supuso además de una gran pérdida tanto en vidas como económica, una enorme conmoción en los dos planetas. Se habían creado grandes expectativas en el objetivo fijado dado que la importancia de una colonia allí podía ayudar a que la humanidad diese el salto más allá del sistema solar. La situación, más en la tierra que en Marte, era crítica. Las barbaridades cometidas por los humanos se habían cargado ya irreversiblemente el medioambiente y las pandemias asolaban todo el planeta madre, agravado por el cambio climático con todas las consecuencias que ello aportaba.
Las causas que desataron la tragedia, en la nave, nunca habían sido desentrañadas. Únicamente se habían creado especulaciones sobre ello. Y los poderes mediáticos habían utilizado el misterio para culpar a los poderes públicos.
Se generó una corriente de proyectos descabellados para ir al rescate de la nave que fracasaron estrepitosamente, terminando la mayoría en tragedias.
Con el tiempo, se fue creando una losa sobre el tema que hizo olvidar la tragedia.
Y casi cien años después, el gobierno mundial, a través del departamento de astronáutica desempolvó la historia y empezó a estudiar la posibilidad de ir al rescate de la malograda nave. Lo presentaron como única salida en aras a conseguir la salvación mundial.
Cinco años después, y con la presencia de los presidentes de la Tierra y Marte, se presentó la nave, bautizándola con el nombre de “Rescúe”, construida especialmente para la misión.
El diseño, tamaño, y motores de la nave se diseñaron para poder llegar lo más rápido posible hasta el lugar en el que se suponía estaba la nave desaparecida.
Partieron un mes después hacia su destino, no sin antes tener que pasar el trámite de los medios de comunicación, prensa, televisión y radio en los que entre otras cosas prometieron no regresar sin traer noticias de la nave y la solución al misterio que había generado su desaparición.
La tripulación de la “Rescúe” la componían seis astronautas voluntarios, tres científicos y un miembro de las fuerzas de seguridad mundial.
El capitán de la nave, era el más veterano de todos y después de la misión tenía previsto jubilarse. Le acompañarían tres hombres y dos mujeres astronautas. Los científicos eran un químico, un físico y una ingeniera aeronáutica. El Miembro de seguridad, Allan iba a ser el encargado, en caso de encontrar la nave, de subir a ella en primer lugar, acompañado por los científicos y uno de los astronautas.
El viaje había transcurrido sin incidentes dignos de mención. Únicamente una enfermedad pasajera de una de las astronautas tuvo en vilo a toda la tripulación. Afortunadamente se repuso, y el viaje continuó.
Veinte días atrás, sucedió el momento más esperado. El radar de la nave detectaba un objeto grande a menos de diez días de viaje. El Objeto en cuestión estaba girando en torno a Saturno.
A partir de ese momento la inquietud y nerviosismo se apoderó de la tripulación de la “Rescúe”. A pesar de que la preparación, tanto física como psíquica, había sido ardua la naturaleza humana se impuso.
La primera visión directa de la Déstiny les causó también una gran conmoción, pues aquella inmensa nave superaba la idea que se habían hecho de ella. Por precaución se detuvieron a unos veinticinco kilómetros de ella, en una órbita estacionaria que evitaba la posibilidad de ser atraídos hacia la nave accidentada debido a la gravedad que generaba su masa. La diferencia de tamaño entre ambas habría sido perjudicial para la “Rescúe” en caso de impacto.
Tras examinar la Déstiny, se tomó la decisión de abordarla. Tal y como estaba planeado, los tres científicos, un astronauta y el miembro de seguridad, embarcarían en la góndola, diseñada al efecto, para trasladarse hasta ella. Una de las peculiaridades de la góndola era la de tener una escotilla diseñada para acoplarse a la nave, empleándose para ello los planos que se tenían de la construcción de la misma. Planos que habiendo desaparecido en parte, se recuperaron posteriormente entre otros los de los conductos de entrada y salida, y el sistema de compuertas y escotillas.
Colocados en sus cinco asientos, y con el equipo de exploración listo, Abandonando la “Rescúe” empezaron su corto trayecto de apenas diez minutos durante los que todos estuvieron en silencio. A medida que se acercaban, la nave iba imponiendo su tamaño descomunal, ocupando todo el horizonte visible, eclipsando incluso al planeta Saturno.
Se había previsto acceder a la nave por el módulo uno, donde estaba ubicado el puente de mando y que a su vez era el punto más lejano a los motores. La posibilidad de que hubiese radiaciones letales, procedentes del mismo, hacía que se tomase la precaución de alejarse lo máximo posible de él. Además se consideró que en el puente de mando es donde, en caso de existir, podrían hallarse pruebas de lo sucedido.
Al pasar por delante del módulo cuatro, llamado “el arca de Noé”, Allan, el miembro de seguridad, creyó ver un destello luminoso procedente de su interior. Miró entre extrañado y curioso el lugar de donde procedía la luz, y segundos después vio otra. Alarmado, se lo comunicó por radio al capitán de la “Rescúe”, informándole que iba a alterar algo los planes de exploración de la nave, desplazándose hasta ese módulo para ver el origen de las misteriosas luces. A regañadientes aceptó el capitán recordándole que debía tomar todas las precauciones ante lo desconocido.
Instantes después llegaron hasta la escotilla por la que estaba previsto acceder a la nave. La maniobra de acercamiento resultó un éxito y el acoplamiento se ejecutó sin problemas.
Enzo, paró los motores de la góndola. El acceso a ella se iba a realizar entrando primero Allan acompañado de Lisa, la ingeniera. Después lo harían los otros dos científicos y finalmente el astronauta. Este último no abandonaría las inmediaciones de la Góndola ni su puesto de atraque, vigilando que no pasase ningún percance.
Justo en el momento en que Allan accedía a la cabina de salida, de la Góndola, la gigantesca nave tembló y zarandeó la pequeña nave que estaba adherida a su lado. Se asustaron pero transcurridos unos segundos de histeria controlada, se calmaron y siguieron adelante con la operación al cerciorarse de que no había réplicas del temblor.

- Cuando queráis.
- OK, Allan, adelante.

El ruido de la descompresión y posterior apertura de las dos compuertas, resonó dentro del cerebro de Allan, poniéndolo en tensión. A pesar de su experiencia y preparación, titubeó un instante pero atento a la maniobra siguió adelante.
La oscuridad dentro de la nave era total lo que le daba un aspecto siniestro. Allan, traspasó las compuertas y ayudándose con las dos linternas incorporadas en los laterales de su casco empezó a alumbrar el contorno. Todo parecía estar en su sitio pero el aspecto general de la sala era inquietante. Después de inspeccionar los alrededores, y ver que no había peligro aparente se comunicó con la góndola.

- Góndola, aquí Allan. Terreno despejado. Proceded a la entrada.
- Allan, aquí góndola, recibido mensaje. Vamos a entrar.

Dado que tardarían algunos minutos en acceder a la nave, Allan decidió seguir indagando. No vislumbró ningún indicio de que allí hubiese sucedido una hecatombe, así que decidió regresar al muelle de atraque y esperar a sus compañeros, sentándose en una caja que estaba a un lado de la compuerta de entrada.
De repente, creyó ver luz detrás de una de las compuertas de la sala. Alarmado, se levantó y fue a abrirla y comprobar cual era su origen. En su trayectoria tropezó con algo y cayó de bruces al suelo. Debido a que la gravedad dentro de la nave era prácticamente la misma que en la tierra, el batacazo que se dio fue muy fuerte. Quedó unos instantes conmocionado, y al recuperarse notó que le estaba agarrando arrastrándole. El pánico se apoderó de él y gritó asustado e hizo un ademán de rechazo, intentando rechazar al atacante.
Solo la suerte, hizo que en su movimiento reflejo de defensa hiriese a la ingeniera, que era la que le estaba ayudando a levantarse.
Sudando a mares, sentado aún en el suelo, se disculpó con Lisa, que asustada por su reacción después de soltarle se había alejado de él unos metros.
La llegada de los demás expedicionarios relajó la situación, y entre todos ayudaron a Allan a levantarse y comprobaron que su traje no hubiese sufrido ningún daño. Después decidieron continuar con su cometido tal y como habían planeado.

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