El Rolls, la Chófera y yo.

Iba yo, el otro día, paseando por la ciudad cuando de repente apareció delante de mi un coche, que digo... un cochazo, no, que va,... un Rolls Royce. Sí, han escuchado, o mejor dicho, leído bien, todo un señor Rolls, que así le llamamos sus íntimos en "Petit comité". Lógicamente mi reacción inmediata fue la de sacar la cámara de fotos, de mi cartera, y disponerme a fotografiarlo hasta que la máquina dijera no o se acabaran los setecientos mil millones de bytes que tiene de memoria. En fin, allí estaba yo, enfocando y buscando el ángulo más fotogénico del vehículo en cuestión cuando... ¡Sorpresa!, del coche se bajó su chofer, es decir, su chófera, que amablemente me conminó para que no hiciera las fotos. Como podrán ustedes suponer, ante tan gran desfachatez mi reacción, lógica y natural, fue la de oponerme a su orden y continuar enfocando para hacer el primer disparo. Y al final hice dos fotos. Contento y feliz por haber conseguido mis instantáneas me marché a casa y una vez allí, y previa conexión de mi cámara al ordenador me dispuse a admirar el producto de mi trabajo. Y cual no sería mi sorpresa al ver que aquella chófera, desalmada y vengativa, había hecho lo posible para estropearme las fotos colocándose delante del vehículo obstaculizando así que se viera en todo su esplendor el Rolls. Debería haber una ley que castigase estas acciones y diese con los huesos en la cárcel al o a la que las hace. Vean, vean que desgracia, por su culpa me he quedado sin ver ese monumento, esa maravilla que levanta la libido de los que lo ven y que hace levantar los miembros del congreso cuando pasa por delante, camino de la puerta del sol. Emborronada por la presencia de la mencionada "energúmena" estuve a punto de borrarlas pero decidí publicarla aquí para que opinen Ustedes. Salu2